Por suerte termina mayo... uno de los peores meses del año. Me hace feliz, me motiva, nada puede ser peor que mayo. Hoy es martes y no rompí raquetas, es más, hasta creo que avance de ronda...
1 comentario:
Anónimo
dijo...
Reflexionaba sobre mayo y lo distinto que era para mí. Antes habían nervios, y relamidas anticipadas por la torta y los caramelos. La lista de comidas y postres preferidos, la incógnita del regalo paterno, y la planificación del pequeño festejo con amigos, anoticiados del evento con tarjetas llenas de muñecas y ositos. Ese día había guirnaldas, vestidos blancos, bolsitas llenas de juguetes miniatura, pañuelito, carreras, baile. Y también sonrisas. Decenas de bocas abiertas a carcajadas, festejando sin saberse inocentes. Hoy el mes llega apechugado, como queriendo no llegar. Los últimos días de abril pasan pisando fuerte, pero en mayo adquieren velocidad. Y el pensamiento está ahí, monopolizado por el tiempo. Mustio, azagapado, tiene segundos de impulso vital, pero cae temprano en la finitud y vuelve a su guarida cobarde. Mientas, afuera todo pasa como siempre y como nunca, pero va. La corriente no me lleva. Hay demasiada sangre concentrada en un solo fin: resolver la disputa con el que se siente y con lo que devuelve el espejo, con lo que se es y con lo que se ve. Y así irrumpe el día. Con una intensidad que marcará tus semanas posteriores. La ansiedad a punto ebullición y unas ganas de expandirse fuerte a cualquier lugar lejos del que se está. Pero me quedo. No hay carteles de colores ni globos. Falta la pilladita y las bocas ya no se abren tan grandes como antes. La vela es una sola ...pero hay torta.
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Reflexionaba sobre mayo y lo distinto que era para mí. Antes habían nervios, y relamidas anticipadas por la torta y los caramelos. La lista de comidas y postres preferidos, la incógnita del regalo paterno, y la planificación del pequeño festejo con amigos, anoticiados del evento con tarjetas llenas de muñecas y ositos.
Ese día había guirnaldas, vestidos blancos, bolsitas llenas de juguetes miniatura, pañuelito, carreras, baile. Y también sonrisas. Decenas de bocas abiertas a carcajadas, festejando sin saberse inocentes.
Hoy el mes llega apechugado, como queriendo no llegar. Los últimos días de abril pasan pisando fuerte, pero en mayo adquieren velocidad. Y el pensamiento está ahí, monopolizado por el tiempo. Mustio, azagapado, tiene segundos de impulso vital, pero cae temprano en la finitud y vuelve a su guarida cobarde.
Mientas, afuera todo pasa como siempre y como nunca, pero va. La corriente no me lleva. Hay demasiada sangre concentrada en un solo fin: resolver la disputa con el que se siente y con lo que devuelve el espejo, con lo que se es y con lo que se ve.
Y así irrumpe el día. Con una intensidad que marcará tus semanas posteriores. La ansiedad a punto ebullición y unas ganas de expandirse fuerte a cualquier lugar lejos del que se está.
Pero me quedo. No hay carteles de colores ni globos. Falta la pilladita y las bocas ya no se abren tan grandes como antes. La vela es una sola ...pero hay torta.
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